Las rayas del tigre al jaguar le valen madres.
Fernando Llanos, Veracruz, 2025.
Por Germán Pech-Etxeberría
MÉRIDA.- Fernando Llanos abre la muestra Tutifrutismo, en la galería José Luis Rodríguez de Armas “Chino” de la Universidad de las Artes de Yucatán, con un texto de 2024 en el que define el "tutifrutismo" como la posibilidad de navegar entre múltiples lenguajes y estéticas “sin sentirse traidor a ninguna causa”. Esta declaración funciona como un no-manifiesto y, al mismo tiempo, como crítica a los discursos de pureza estilística que aún persisten en el campo artístico. En un mundo donde las etiquetas y los compartimentos siguen dominando el mercado del arte, Llanos propone un espacio de libertad creativa que, lejos de diluir la identidad, la multiplica. No se trata de un eclecticismo superficial, sino de una estrategia consciente que dialoga con los procesos de interacción e información del presente. Parafraseando a Foster,1 el Tutifrutismo desplaza la idea de estilo como unidad formal hacia la noción de montaje como proceso crítico, con lo cual convierte la heterogeneidad en herramienta de pensamiento.
La exposición —integrada por 51 obras en soportes heterogéneos: dibujo, impresión, fotocopia, video, placa de metal, textil y lentejuelas— rehúye del canon museográfico de la linealidad y la progresión histórica. Su estructura recuerda más a un fanzine expandido que a una muestra institucional, privilegiando lo fragmentario y lo rizomático. Llanos se coloca como curador de su propia práctica, asumiendo la curaduría no como ejercicio neutral, sino como gesto de autorrepresentación crítica. En este sentido, sigue la advertencia de Didi-Huberman (2010), para quien “una exposición debería consistir en un ensayo basado en relaciones infinitas entre imágenes, que siempre pueden ser repensadas”.2
El resultado es un ensayo visual donde la identidad mexicana se construye desde los contrastes: celebración y duelo, fiesta y violencia, memoria e ironía. La estética desplegada puede caracterizarse como post-neomexicanista, una referencia al neomexicanismo de los años ochenta, ahora reformulado por las nuevas imágenes del exceso mediático del siglo XXI y por la propia biografía del artista: su vida cotidiana y profesional, su historia familiar y sus viajes. Llanos trabaja desde lo íntimo hacia lo colectivo, reconociendo que los procesos del arte no se entienden sin la suma de experiencias personales atravesadas por medios, imágenes y relatos en constante circulación.
La obra “Bad Hombre VS Charro”, en la que un charro golpea a Donald Trump, ejemplifica esta operación: el humor se convierte en dispositivo de contranarrativa frente al poder hegemónico, desmontando la violencia política mediante la caricatura y la ficción. Algo similar ocurre en el póster “Charros VS Nazis (Matria)”, donde se reimagina la historia de México en la segunda guerra mundial. Llanos, al igual que su abuelo, encarna y juega con la imagen del charro, arquetipo mexicano que impregna gran parte de sus proyectos. Esa figura, que performa, en distintas obras, funciona como eje mítico dentro de una atmósfera cercana a una escenografía, donde las imágenes en el espacio expositivo se despliegan como si fueran parte de la producción de una película en proceso. Como menciona Pablo León de la Barra, se trata de “permitir que la exposición se vuelva un lugar (o un no lugar), un escenario, un paisaje, un parque, una biblioteca, un foro de debate, una fiesta, un club social”.3 Tutifrutismo es una espacio lúdico que permite al público experimentar a través de las obras los diferentes contrastes visuales, mediados por las luchas sociales y políticas que en ellas se abordan.
La potencia del Tutifrutismo radica en que no se limita a acumular referencias e imágenes al azar, sino que opera como metodología crítica. Su apuesta es desestabilizar los discursos unívocos y abrir espacio a la contradicción. Se trata de un gesto político que dialoga con la contemporaneidad desde la multiplicidad, la hibridez y la experimentación. Como señala García Canclini, la cultura latinoamericana se articula en la intersección de tradiciones heterogéneas y consumos fragmentados.4 Llanos lleva esa condición al extremo, elaborando un maximalismo visual que se asume como espejo de la complejidad mexicana. El Tutifrutismo señala cómo la cultura popular mexicana es, en sí misma, un archivo en expansión, susceptible de ser intervenido, remixeado y reactivado.
La dimensión tropical de la muestra refuerza este carácter: está campechaneada la exposición. Lejos de entender la propuesta conceptual del Tutifrutismo en relación con lo tropical como un gesto simbólico o estético, Llanos lo concibe como una idea, para apostar por la exploración y el aprendizaje continuo como parte de una práctica artística.
En definitiva, la exposición plantea al Tutifrutismo como posibilidad ante la enajenación de trabajo. Mediante el humor y la exploración se consolida como acciones pertinentes para la colaboración y la construcción de redes que permitan trabajar desde economías accesibles y contundentes frente a las crisis de nuestro tiempo. Do it yourself.
[1] Foster, Hal. El retorno de lo real: La vanguardia a finales de siglo, Madrid, Akal, 2004.
2 Didi-Huberman, Georges. Atlas: ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?, Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2010, p. 13.
3 León de la Barra, Pablo. Manual para realizar exposiciones en el trópico, Ciudad de México, COOOOOOP FANZINE 01, 2011.
4 García Canclini, Néstor. Culturas híbridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Ciudad de México, Grijalbo, 1990, p. 14.
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Texto publicado el 3 de octubre de 2025.