Zona Maco. Éxito y autosabotaje

El artista danés Jacob Gils recibió el Erarta Foundation Zona Maco Art Prize, dotado de 100 mil dólares.

La campaña de compra de votos de In The Gallery.

Por Edgar Alejandro Hernández

 

Ya perdí la cuenta del número de ocasiones en las que la feria Zona Maco se ha autosaboteado. Lo increíble es que, sin importar lo errático o torpe que han sido las acciones de sus directivos, el encuentro galerístico se mantiene año tras año como el acontecimiento comercial más importante del país y, dicen, de Latinoamérica. Sin proponérselo, su historia es una fotografía singular que muestra los claroscuros y los desafíos del mercado del arte contemporáneo.

El último capítulo de este interminable autoboicot lo protagonizó en febrero pasado el Erarta Foundation Zona Maco Art Prize, que se promocionó como el reconocimiento económico más importante en la historia de las ferias de arte, con una bolsa de 100 mil dólares, y que tristemente terminó marcado por la marrullería de la galería ganadora (In The Gallery), que tuvo la ladina idea de comprar los votos que le permitieron obtener el reconocimiento por la obra Palma #5, del fotógrafo danés Jacob Gils.

Si bien se puede culpar a la galería danesa In The Gallery por haber impulsado descaradamente una campaña de competencia desleal, ofreciendo a cambio de votos la participación en un sorteo con un premio de diez mil (pesos o dólares, nunca se aclaró la denominación), el culebrón lo originó la propia feria al impulsar que “el premio fuera elegido por los asistentes a la feria en lugar de un jurado de profesionales del arte”.

Su enfoque “innovador” para elegir al ganador abrió la puerta para que esta galería de Copenhague promoviera en sus redes sociales la compra de votos. Si bien primero negaron todo bajo el supuesto de que su cuenta había sido hackeada, la viralización en redes de las evidencias ya no permitió que la galería se justificara y al final apostó por un sepulcral silencio.

El artista danés, quien también promovió en sus redes la compra de votos, balbuceó una respuesta que no respondía nada: "Por favor, clarifiquen con Zona Maco, Erarta o la galería, pues yo sólo soy el artista. Pero sí puedo decir que nadie le pagó nada a nadie por mi trabajo", (Reforma, 26/02/2024).

La Erarta Foundation tardó casi un mes en abordar el tema y lo hizo con un comunicado digno de un leguleyo. Su respuesta oficial acepta sin conceder que la galería ganadora recurrió a la compra de votos: "Nos gustaría enfatizar que ni la Fundación Erarta ni Zona Maco pueden controlar las acciones de las galerías participantes nominadas. Se puede atraer al público en general a votar de muchas maneras: no sólo a través de las redes sociales, sino también a través de correos electrónicos privados, conversaciones personales y otros medios de comunicación, que no sólo son imposibles de restringir, sino incluso de observar. Por lo tanto, no podemos comentar sobre las tácticas que las galerías individuales eligieron para fomentar el apoyo público", (Reforma, 26/02/2024).

En un país como México, donde el populismo oficial ha dañado tanto a las instituciones culturales, cómo se justifica que un premio entregado por una entidad privada tenga que ajustarse a dinámicas clientelares, con el funesto resultado de que su implementación abrió la puerta a un escándalo que muy probablemente cancelará la continuidad del galardón. En su comunicado, la Erarta Foundation no señaló un giro de timón para el premio, pero tampoco confirmó su continuidad.

Como ha pasado desde hace 20 años, los escándalos se suman a la historia de Zona Maco y la feria sigue creciendo bajo el encandilante brillo del mercado del arte. El affair tras el Erarta Foundation Zona Maco Art Prize se olvidará el próximo año, igual que ocurrió con la deshumana actitud que tomaron sus directivos el 19 de septiembre de 2017 cuando hicieron oídos sordos a la tragedia y continuaron con la feria Zona Maco Foto y Salón del Anticuario, aún cuando la ciudad entera se encontraba paralizada y abocada al rescate de heridos, tras el sismo de 7.1 grados que azotó a la Ciudad de México y causó la muerte de más de 200 personas.

Las declaraciones de su fundadora, Zélika García, transparentaron su empatía con los muertos y heridos por el sismo: “Nos afectó a todos y es algo que no puede controlar, pero también la economía del país no se puede parar así nada más. ¿Cómo paras esto? No podíamos cerrar, no se podía parar la ciudad, la economía tenía que seguir. Por qué no le dicen a las grandes tiendas que también están vendiendo; ellos (los galeristas) saben vender arte y van a donar su dinero, lo que ellos puedan y quieran, y si estuvieran cerrados cómo llegaría esa ayuda”, (Excélsior, 29/01/2018).

No está por demás decir que ese año la feria Zona Maco Foto y Salón del Anticuario terminaron en números rojos, ya que fue escasa la afluencia de público y la venta de obra nula, además de que algunos stands mexicanos optaron por abandonar el espacio y otros sólo dejaron sus piezas en exhibición.

La de 2017 no fue la única emergencia que desoyeron en Zona Maco, en 2009, cuando la Ciudad de México padeció la emergencia sanitaria por la epidemia de Influenza AH1N1, Zona Maco decidió mantener con sus actividades y las consecuencias fueron similares: pasillos semivacíos y pérdidas para las galerías participantes.

Un caso emblemático ocurrió en 2007, cuando la feria perdió su sede en Expo Reforma y los directivos de Zona Maco (que entonces se llamaba Femaco) tuvieron la brillante idea de hacer el evento en el estacionamiento de un edificio en obra negra dentro del completo Residencial Palmas Park.

El comentario que entonces hizo Fernando Cordero, de la galería La Caja Negra, sintetiza lo ocurrido aquel año: “Nos ha sorprendido un poco el lugar. Nos ha dado un poco de pena. Aun así vamos a intentar por todos los medios, por nuestra parte, que quede lo mejor posible, ya que el recinto está un poco destartalado. A mí me preocupan dos cosas únicamente: que podamos presentar la obra y que el público acuda. Si acude el público y nosotros podemos presentar la obra, vivan los garajes" (Reforma, 28/04/2007).

Sin importar el polvo, la humedad, el olor a solvente, las fallas en el sistema de iluminación, la carencia de señal de celular o internet o la precaria señalización, los galeristas se acostumbraron a hacer las cosas “a la mexicana” y terminaron una buena jornada, con ventas en la mayoría de las galerías.

La regiomontana Zélika García, fundadora de la feria Zona Maco.

En 2008 la feria logró un contrato de largo plazo con el Centro Banamex y el fin de su itinerancia marcaría el inicio de su crecimiento. Porque en sus inicios, Zona Maco fue producto de una serie de rupturas que iniciaron en 2002 en Monterrey, cuando la feria nació bajo el nombre de Muestra y la dirección de Zélika García y Graciela Reyes Rocha. Las socias regiomontanas mudaron la feria al WTC de la Ciudad de México en 2003 con un evento llamado Muestra 2.

La sociedad entre García y Reyes Rocha no fructificó y esta última se retiró, por lo que García se asoció con Enrique Rubio (hermano de la cantante Paulina Rubio) para en 2004 crear la feria México Arte Contemporáneo (Maco). Un litigio con el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) por el uso del nombre obligó a los organizadores a cambiar por Femaco. En 2008 la feria vivió otro rompimiento entre sus socios, García sacó a Rubio de la feria y, tras algunas denuncias penales y un poco de ruido mediático, García logró quedarse al frente Zona Maco.

Como ocurre cada año, la edición de 2024 cerró con un récord de asistencia, más de 81 mil personas visitaron Zona Maco y las galerías, salvo algunos casos, cerraron con buenas ventas. El éxito de la feria se mantuvo a pesar de su insistente autosabotaje.

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