Bienal UNAM de Artes Visuales 2016

Por Roselin Rodríguez Espinosa

El tema de la Bienal UNAM 2016 ha aparecido en la opinión pública de muchas maneras. Desde la Universidad se celebra el tremendo esfuerzo tanto de autoridades como participantes y los números logrados respecto a la edición anterior. Los participantes se muestran agradecidos ante la prensa por la oportunidad que se les brindó de mostrar sus piezas en espacios de exhibición de la universidad, especialmente en el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA Campus), según acordó la convocatoria. Sin embargo, otros sectores no se han mostrado tan entusiastas: artistas que decidieron declinar la invitación y retirar sus obras frente a las dudosas condiciones del evento, estudiantes y profesores de la UNAM y, en general, el público que ha observado el resultado en las salas. Cualquiera que las haya visitado sabe que fue un desastre. Claro que los organizadores cuentan con estadísticas para avalar el éxito que pasará a los registros oficiales, pero estos números no son suficientes para configurar una visión del acontecimiento. A un lado de los números que pasarán al archivo, los relatos de la opinión pública van en la dirección opuesta.

Para recordar algunos datos significativos del contexto:

Esta edición de la Bienal es la segunda, con un antecedente en 2014 que sólo convocó a artistas de la ciudad. La decisión este año fue extenderla a estudiantes, egresados y profesores de artes visuales del país, con la peculiaridad de que se incluyeron piezas de egresados residentes en Canadá, Inglaterra y China, dato que reforzó la celebración oficial. En noviembre de 2015 apareció la convocatoria en internet y fueron enviadas más de 1200 solicitudes de inscripción de 26 estados de la república. El contrato acordaba que el 21 de marzo se publicaría una lista de obras seleccionadas para ser expuestas en el MUCA Campus que a su vez concursarían por los siete premios designados. Los artistas participantes correrían con todos los gastos de envío, embalaje y seguros, con ninguna garantía de protección y debían entregar el trabajo en un sólo punto del país: las oficinas del MUCA. Este punto de la convocatoria se modificó sin previo aviso moviendo el punto de recepción a la Facultad de Artes y Diseño (FAD) en Xochimilco, lo cual trajo difíciles consecuencias para los participantes, sobre todo para aquellos residentes del interior de la república.

El día acordado, lo que publicó el comité organizador de la Bienal fue una "preselección" de artistas y no de obras—que era lo que se había acordado—, con un total de 411 nombres y la sede de la exposición se amplió a otros tres sitios. Esta solución es celebrada y justificada por la Universidad como salida al alto número de obras recibidas y a la intención de mostrar una mayor cantidad de las mismas. Pero lo cierto es que los artistas enviaron sus obras para ser expuestas en el MUCA y no en otro sitio y no se les consultaron estos cambios. Para denunciar públicamente estas y más irregularidades, un grupo de artistas seleccionados redactó una carta (http://sobrelabienalunam.blogspot.mx/) el 28 de marzo, donde enlistaron las negligencias del concurso y exigieron que los involucrados en su organización asumieran su responsabilidad públicamente. Naturalmente, no obtuvieron respuesta y en su lugar el comité publicó un comunicado anunciando los cambios de procedimientos. En el mismo mes el colectivo Los trapos sucios, un grupo de pintores invitados por Israel Urmeer a través laGalería Autónoma de la FAD, también manifestaron su inconformidad interviniendo la fachada de las bodegas de la Bienal: la entrada fue bloqueada con objetos que impedían el paso, mientras una saturación de capas de pintura e información terminaron por clausurar la puerta de la Galería por dónde se accedía a la bodega.

Finalmente, las muestras se inauguraron el 19 de mayo de este año. Fueron montadas un total de 330 obras en las cuatro sedes. Los espacios quedaron abarrotados de objetos en una forma similar a la disposición que tendrían en un almacén, sin curaduría, ni museografía eficiente, encimadas, sin una mínima lógica visual. Los criterios de montaje se podían notar al encontrar un cuadro de un profesor de la FAD rodeado por piezas de sus alumnos, o cuando se veían las fichas técnicas insertas dentro de las obrar, por ejemplo. Como es de suponer, se puso más cuidado en las salas del MUCA. Pero en la FAD y la Facultad de Ingeniería se encontraba basura en la salas, espacios vacíos con residuos de alguna pieza que estuvo ahí (a pocos días de inaugurar) y otras a punto de caer dada la fragilidad de los recursos museográficos. Estas obras viajaron, fueron seleccionadas y exhibidas en condiciones lamentables. No se cuidó el trabajo recibido ni se cumplieron las condiciones mínimas de protección al esfuerzo de los participantes.

Los resultados visibles en las salas de exhibición transparentan un proceso irregular, no sólo en el incumplimiento de las bases de la convocatoria y la falta de respeto a los participantes, sino en el propio planteamiento del evento. Es claro que el equipo organizativo no fue capaz de diseñar un programa que diera solución satisfactoria a las condiciones de producción de artes visuales contemporáneas. Pero estas carencias quizás se pudo haber salvado en un trabajo colaborativo que, evidentemente, no estuvieron dispuestos a plantear. La FAD, de nuevo, decidió trabajar sola y ahí está el resultado para comprobar su inviabilidad. LaUNAM cuenta con un patrimonio inmenso cuya fortaleza justamente es la producción de conocimiento. Ahí se forman profesionales en la concepción de exhibiciones y gestión del arte (por no mencionar que también ocurre en el resto de la República). Existen posgrados en estudios curatoriales, historia del arte y artes visuales, institutos y museos dedicados a trabajar proyectos de arte. En ocasiones como esta hay que recordar que no es lo mismo producir piezas de arte y aprender técnicas, que gestionar eventos y exhibiciones de arte. La UNAMdesarrolla ambas áreas, pero no dialogan. Una vez más es evidente que esta "creatividad cultural de la Universidad", exaltada por el rector en la inauguración de la Bienal, está dividida en un sectarismo donde los agentes y secciones no se comunican, salvo en contadas ocasiones y ésta, que reclamaba el mayor de los esfuerzos conjuntos, no fue una de ellas.

 

La Bienal UNAM de Artes Visuales estuvo del 19 de mayo al 17 de junio en cuatro espacios de la UNAMsimultáneamente: el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA campus), en el Instituto de Ingeniería y en las galerías Luis Nishizawa y Antonio Ramírez, ambas pertenecientes a la Facultad de Artes y Diseño (FADXochimilco).

Texto publicado el 7 de julio de 2016 en el blog Cubo Blanco del periódico Excélsior.