Entrevista con Teodoro González de León 2006

Por Edgar Alejandro Hernández

Al hablar de su nuevo proyecto, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), el arquitecto Teodoro González de León no puede dejar de lado lo ocurrido hace 60 años cuando él junto con Armando Franco y Enrique Molinar elaboraron el plan maestro Ciudad Universitaria, mismo que se adjudicaron dos arquitectos consagrados de la época Mario Pani y Enrique del Moral.

"Regresar a trabajar a la universidad es muy importante para mi, porque yo participé en el Plan Maestro de Ciudad Universitaria y nunca se me dio el crédito. Hasta hace poco decidimos darlo a conocer, aunque era un gran secreto a voces".

Pero más que un reconocimiento, asegura González de León, la designación del rector Juan Ramón de la Fuente para elaborar el proyecto del MUAC se debe a dos cosas: "A que he trabajado mucho y a que mi carrera como arquitecto ha estada marcada por los museos".

Y es que González de León es autor de la Embajada de México en Brasilia, el Colegio de México, el Museo Rufino Tamayo, la Universidad Pedagógica Nacional, el Museo de Sitio de Chichén Itza, el Palacio de Justicia Federal, el Museo de Sitio de Tajín, el Fondo de Cultura Económica, el Conservatorio Nacional de Música y de la remodelación del Auditorio Nacional y del Colegio Nacional.

- ¿Cómo define el concepto arquitectónico del MUAC?

- Es un recinto al que se accede directamente por la planta baja a través de un calle peatonal que atraviesa todo el museo y comunica la Biblioteca Nacional con la Sala Nezahualcóyotl y el área de Teatros. La nueva corriente de los museos va en contra de los  establecimientos pomposos que tenían una gran escalinata, que daba a un gran vestíbulo  y luego otra escalinata para llegar al final al arte.

"Esa secuencia procesional no la vamos a tener en la universidad, ya que se entra al nivel de la plaza directamente a las salas, con la idea de que sea un espacio penetrable para que el arte no sea algo inalcanzable que exige miles de escaleras para llegar a él. Aquí es un espacio totalmente accesible y fácil de entrar.

"El arte contemporáneo varia el concepto del espacio museográfico, ya que necesitamos mayor flexibilidad y áreas de mayores alturas y anchos, porque eso es lo que están pidiendo los artistas, además de una gran penetrabilidad y transparencia mediante paredes de vidrio que se puede ver desde la plaza que se hará sobre un estacionamiento subterráneo, que será una gran ganancia para el Centro Cultural Universitario (CCU), ya que se entraba anteriormente a través de los autos.

"La distribución interna está hecha a partir de la calle peatonal que parte al edificio. Por un lado el área abierta de biblioteca, tienda, cafetería, espacios educativos y auditorio; y por el otro la zona de las seis salas que están comunicadas por corredores e iluminadas con luz natural a través de tres patios interiores. Cada sala tiene distintas alturas y anchos, pero son espacios enormes de hasta 12 metros de altura y 18 metros de largo. Todo está conectado al centro por un elevador de 7 por 4 metros de plataforma".

- ¿Qué tipo de materiales eligió para integrarlo al CCU?

- Será concreto blanco, cristal y cemento en los pisos, que es lo que se usa en general para museos de arte contemporáneo, porque además es lo más económico y lo más fácil de mantener. La idea, como te he dicho, es crear un escenario neutro para los artistas, por lo que no puedes proponer ningún material llamativo.

- Pero, ¿cómo se plantea la integración del MUAC al CCU?

- En principio el museo está suficientemente alejado de los otros edificios como para establecer diálogos. No hay ningún tipo de contigüidad que puede pelear arquitectónicamente con nada. La sala Nezahualcóyotl, que es el edificio más cercano, está a 25 metros de distancia. Ahora bien, los materiales dialogan muy bien y en ambos casos se trata de superficies ciegas. El museo tiene una pared curva que se vincula muy bien con los volúmenes de la sala de conciertos.

"La mayor integración se da con el Pedregal, que es la joya geológica del Distrito Federal y que no está bien valorada. En la biblioteca del museo se va a meter la roca, porque me parece importante ese dialogo con el paisaje".

-Luego de recorrer varios museos de arte contemporáneo en el mundo, ¿qué ideas desechó para la construcción del MUAC?

- Quitar la solemnidad. Que sea un espacio amable y penetrable, nada solemne. Esa calle peatonal espero que invite al público a entrar a las salas del museo como si fueran una continuación de la plaza.

"Ahora bien, desde el punto de vista técnico hay una necesidad de tener salas con luz natural, que obviamente puedas oscurecerse si así lo requiere el artista. Eso es una de las exigencias, que haya la posibilidad de penumbra, pero también luz natural. Es un recinto de alta complejidad, pero la idea es que toda esta tecnología debe estar escondida y en un espacio neutro que sirva como escenario para el artista y para que el curador pueda trabajar bien".

-Si comparamos el MUAC con otro recinto de su autoría, como el Museo Tamayo, ¿qué cosas cambiaron?

- De entrada, en el tamaño de los espacios. En el Tamayo los salones eran de 7 metros y medio y aquí estamos hablando de 12 metros en promedio, hay módulos de hasta 12 por 18 metros y 12 metros de altura. En general la diferencia es esa gran flexibilidad en los espacios. Han pasado 25 años desde que Abraham Zabludowsky y yo hicimos el Tamayo y creo que eso se refleja en el MUAC. Va a ser un espacio que va a excitar a los artistas.

- ¿Qué aporta el MUAC a Ciudad Universitaria, tomando en cuenta que el conjunto arquitectónico fue declarado el año pasado Monumento Artístico y se promueve su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad?

- La universidad se anotó un éxito con este museo, porque no hay un museo que esté dedicado a la creación contemporáneo en México. Qué bueno que la universidad sea punta de lanza en este ámbito, además de que se complementa bien en el CCU porque faltaban las artes visuales.

-¿Cómo se resuelve la construcción del MUAC en términos de la reserva ecológica?

- No se afecta en nada la reserva ecológica. El terreno era un estacionamiento y los pocos árboles que se afectaron, alrededor de unos 10, ya fueron transplantados en la avenida principal que corre entre Insurgentes y el CCU.

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En 1946, con apenas 20 años de edad, el novel arquitecto Teodoro González de León, junto con sus colegas Enrique Molinar y Armando Franco, se aferraron a la idea de cambiar el ante proyecto del plan maestro de Ciudad Universitaria con el cual la Facultad de Arquitectura participaría en el Concurso Nacional para construir las nuevas instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que el pasado 28 de junio fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Producto de un concurso interno entre los profesores de composición de la Facultad de Arquitectura, la propuesta original resultaba anacrónica, casi del Siglo 19, pues consistía en un conjunto que tenía como centro una glorieta que se partía en tres arterias y a partir de ellas se iban ubicando todos los edificios.

González de León narra que cuando vieron el anteproyecto de sus profesores, en el Patio de San Carlos, no se les ocurrió otra idea más que realizar un nuevo plan maestro, el cual tardaron un mes en concebir y consistía en un espacio central vacío que estuviera rodeado por las diferentes facultades y que tuviera por fuera la circulación de los autos, tal y como Ciudad Universitaria fue finalmente construida e inaugurada en 1952.

Si bien el plan maestro se le atribuyó a Mario Pani y a Enrique del Moral, la historia detrás del proyecto universitario tuvo su origen en el trabajo de González de León, Molinar y Franco que diseñaron al alimón y después perfeccionaron con un grupo de casi 60 estudiantes de arquitectura, que tuvieron la tutela de José Villagrán.

"Se lo llevamos a los maestros porque pensábamos que era una idea contemporáneo. En principio no nos hicieron mucho caso, pero cuando se lo enseñamos a Villagrán, quien tenía un gran liderazgo moral, se dio cuenta de que era un proyecto importante y nos apoyó. Con su ayuda se hizo una reunión con todos los profesores concursantes, que ya habían acordado dárselo a Pani y Del Moral, pero después de una fuerte discusión se acordó que tomarían nuestro proyecto y con el apoyo de toda la facultad logramos hacer un proyecto muy desarrollado.

"Cuando se ganó el concurso ya la dirección la tomó un equipo profesional y a nosotros nos sacaron, pero lo importante fue que se llevó a cabo nuestro proyecto urbanístico. En los setentas Del Moral nos dio finalmente el crédito y hace tres años el rector Juan Ramón de la Fuente también hizo un reconocimiento público y después hasta me tocó dar una conferencia sobre el tema".

El arquitecto, creador del Museo Rufino Tamayo y del Colegio de México, explica que su concepto urbanístico nació de su afición que compartía con Franco como excursionistas, ya que en la década de los cuarenta era común que atravesaran el despoblado Pedregal, desde Insurgentes hasta llegar a Tlalpan.

"Nuestra idea original se instalaba perfectamente en el paisaje del Pedregal, porque como excursionistas conocíamos al dedillo los terrenos que el gobierno había expropiado. El paisaje del Pedregal ofrecía unas vistas maravillosas, muy diversas, pero tenía en su centro una parte plana que era la Joya. Ahí fue donde se instaló Ciudad Universitaria, lo cual hizo que el proyecto tuviera una gran coherencia con la geografía. Todo fue una gran aventura de la cual me siento muy orgulloso haber participado".

Sobre la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad que le otorgó a Ciudad Universitaria la UNESCO, González de León recuerda que las cualidades arquitectónicas del espacio se lograron gracias a que no hubo ningún tipo de restricciones para cada uno de los arquitectos y artistas visuales que participaron.

"Todos los edificios son distintos, toda la fuerza de trabajo está en esos edificios, todos son contemporáneos pero totalmente distintos. No hay reglamentación de alturas, en el urbanismo siempre se piensa en cierta uniformidad, pero aquí los edificios fueron libremente albergando ese gran espacio vacío".

Dentro de las responsabilidades que trae la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad, el arquitecto recuerda que desde antes Ciudad Universitaria, con la implementación del Pumabus para limpiar todas los circuitos de los centenares de autos estacionados, ya tenía en mente la necesidad de limpiar el paisaje para recuperar la armonía del conjunto original.

"Todavía hay que hacer pequeñas cirugías y quitar pequeños edificios que se fueron agregando como tumores, cosas bastante feas, pero son cuestiones menores. No creo que se deba llegar al purismo de intentar regresar al conjunto primigenio, pero si mantener su armonía original".

En las vísperas de la construcción del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, que González de León diseño y encabeza las labores de construcción, el arquitecto visita casi a diario Ciudad Universitaria para poder entregar una obra más en territorio universitario a finales de año.

Texto publicado en el periódico Excélsior el 28 de agosto de 2006.