Entrevista Francis Alÿs 2006

POR EDGAR ALEJANDRO HERNÁNDEZ

De golpe y sin previo aviso, el artista belga Francis Alÿs se dio cuenta que había dejado de ser un simple observador de las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, para convertirse en uno más de sus personajes.

Y es que mientras hacía su obra "Si eres un espectador típico, lo que realmente haces es esperas a que ocurra el accidente", donde sigue con su cámara de video el azaroso trayecto de una botella de agua, Alÿs vio interrumpido abruptamente su acción cuando fue atropellado por un auto.

"En ese momento me di cuenta que había llegado al límite de mi trabajo como espectador extranjero dentro de las calles del centro, para convertirme en uno más de sus protagonistas", explica en entrevista el artista, quien reinaugura mañana su exposición Francis Alÿs. Diez cuadras alrededor del estudio, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Avecindado desde hace 25 años en la Plaza Santa Cantarina, entre la Lagunilla y Tepito, Alÿs ha logrado crear una consistente obra a partir de sus paseos por las calles del centro, donde se encuentra o provoca situaciones que dan cuerpo a su obra.

Ya sea los rotulistas, el ambulantaje, los perros callejeros o el zócalo capitalino, Alÿs encuentra la forma de crear escenarios o situaciones para desarrollar su trabajo artístico, que en la actualidad le permite a su obra cotizar en subastas internacionales y comercializarse en ferias internacionales de arte.

¿Cómo llega un artista belga a trabajar a una vecindad del Centro Histórico?

Creo que fue más fácil conectarme con el centro, que con otras zonas, porque es como un micro mundo. La Ciudad de México es infinita, sin embargo está llena de islas como el centro, que al final son espacios muy entendibles como territorio, ya que son muy chiquitos. "Es como vivir en un pueblo dentro de una gran megalópolis. Ahora, también la arquitectura y el mismo urbanismo resulta de lo más europeo. En realidad no sé bien, pero la conexión se hizo muy fácil".

¿Pero si bien el centro es pequeño, resulta un espacio muy complejo donde ocurren demasiadas cosas?

Sí, es mucho más complejo, pero cuando llegas de un mundo occidental, el centro es el lugar donde se materializan una serie de anacronismos y de resistencia a todos esos modelos europeos.

"Como ex urbanista es algo que me causo conflictos y a la vez despertó un gran interés por entender y situarme dentro de un territorio que es la apoteosis de este fenómeno de economías encontradas.

"En el centro existe toda esta economía elemental y paralela, casi del trueque, que viene de la época prehispánica, pero también está la introducción de mercancías piratas que llegan de contrabando de China, lo cual es signo indiscutible de la era global. Esto es único y no existe ni siquiera en otros países de América Latina.

¿Y cómo se relaciona con este territorio?

Hay varios elementos que me vinculan al centro. En principio dentro de este pueblo yo tengo ya un registro de varias intervenciones públicas que te permite tener un cierto papel como uno más de sus personajes que me da un papel dentro de este ajedrez y eso hace que la gente me identifique.

Ahora bien, si bien soy un extranjero dentro de esta vecindad enorme soy la persona que lleva más tiempo viviendo aquí. Y aunque físicamente no pego dentro del esquema, al final soy un referente para ellos, porque desde el día en que llegaron yo ya estaba aquí. Además de que en el centro no somos tantos en realidad. La gente utiliza este espacio como bodega, ya que viene a trabajar durante el día y regresa a sus casas, que seguramente estará a 2 horas de aquí.

¿Pero si su trabajo es fundamentalmente en la calle, qué hace desde hace tantos años en este estudio?

Es un lugar donde me protejo. Me permite tocar piso y reubicarme dentro de para planear mis proyectos o para revisarlos cuando ya están terminados. La última vez que lo utilicé realmente como estudio fue en 1997 para el trabajo con los rotulistas.

"El estar aquí dentro de este lugar tan crudo te permite desengañarte de todo aquello que ocurre en el mundo del arte, porque es muy fácil acabar prisionero de tu propia fantasía. El centro no te permite eso, es tan directo, tan crudo, tan inmediato, que no puedes engañarte".

¿Y el ser exitoso comercialmente cómo impacta en su obra?

Es paradójico todo eso del mercado, porque es el momento en el que mejor me vas, pero también cuando menos obra física estoy produciendo. Puedo pasar 6 meses haciendo un proyecto que termina en un documental que se venderá como un pequeño libro. La verdad es que quiero aprovechar esta misma plataforma que permite el mercado que para hacer proyectos que antes no podría haber realizado.

"Acabo de participar en la Bienal de la Habana con una acción en la que intervinieron más de 500 personas, ya que queríamos reunir 100 barcos en la playa. Era una maquinaria enorme y para hacerlo sí necesitas detrás todo el aparato que permita tener la confianza de toda esa gente.

"Yo me aprovecharé de esos 5 o 10 años de gloria y cuando se termine regresaré a hacer otros proyectos. Pero yo no creo mucho en el mercado, porque he visto cómo artistas muy buenos han caído por el mercado sin importar que su obra sea muy buena".

Texto publicado el 5 de abril de 2006 en el periódico Excélsior.