Paul Westheim. El sentido de la forma

Por Roselin Rodríguez Espinosa

La sala D del Museo de Arte Moderno recibe al visitante con un muro dividido donde se anuncia la entrada a dos exposiciones: Paul Westheim. El sentido de la forma y Juan Soriano. 1920-2006. Esta última es una retrospectiva del pintor que sirve a la Secretaría de Cultura para celebrar la alianza política con el Estado de Morelos que permitió la construcción del controvertido Museo Soriano en Cuernavaca. También cumple con una agenda de efemérides del INBA –en este caso los diez años del fallecimiento de Soriano– que a menudo perfila la programación de sus museos en la ciudad. Que la sala A actualmente albergue la muestra Cristóbal Balenciaga, reafirma la especial disposición del MAM a obedecer caprichos institucionales de  interés político coyuntural y vaga relación con las políticas de exhibición y programas de investigación de cada museo.

En este escenario Paul Westheim. El sentido de la forma es una exposición atípica y significativa, por apartarse de la tendiente docilidad comentada arriba y proponer una lectura de la colección basada en la investigación académica y vinculada a debates recientes del arte contemporáneo, en particular sobre crítica de arte. La muestra cumple con el objetivo general asignado a esta sala de alojar exposiciones en las que las piezas más estimadas de sus colecciones estén siempre presentes para garantizar su disposición al turismo. Sin embargo, la estrategia curatorial pone en visibilidad otros temas de interés actual apartados de la regla.

El criterio de selección de los elementos en sala es la mirada singular de un personaje y su metodología de trabajo como crítico de arte. La crítica y el pensamiento sobre arte ordena la exposición en un espacio desjerarquizado donde se hacen coincidir piezas de arte prehispánico, pinturas de la vanguardia europea y la modernidad mexicana, ilustraciones medievales, grabados de Guadalupe Posada y fotografías de arquitectura sin distinciones de valor (disciplinar y estético) de unos por encima de otros. La forma en que estos elementos se relacionan es a través del montaje al estilo warburgiano delAtlas Mnemosine, donde la relaciones entre imágenes están dadas en transversalidad histórica y espacial. Aquí las piezas dejan de funcionar como autónomas y aisladas para ser pensadas en conjunto en relación al resto de la constelación en la que se ubica. Esta forma de pensamiento de Westheim (Eschwege, Alemania, 1886-Berlín, Alemania, 1963) aplicada al montaje en sala es constatada en el amplio material de archivo hemerográfico presentado, especialmente en su columna paraNovedades. México en la Cultural y en los varios libros y revistas que editó con este método de correspondenciaswarburgianas  en combinación con el formalismo y la escuela historiográfica alemanas. En ese sentido, aquí el archivo no es accesorio o mera documentación, es un mapa para visualizar las relaciones que se presentan en la propia exposición y transparentar el criterio curatorial.

El rol del crítico en el trabajo de artistas e intelectuales contemporáneos a él, es otro eje resaltado en la muestra. Se presenta como un eslabón fuerte en la producción y circulación del arte cuyo papel va más allá de escribir textos crítico, para participar de los procesos creativos como un colaborador cercano, en un acompañamiento similar al que ejerce la curaduría hoy. Esta faceta de Westheim es visible en la expo por el tipo de relaciones afectivas explicitadas en cada sección a través de correspondencia y documentos personales. El cuadro que abre la exposición, Carta a Paul Westheim resume esta práctica. En esta pieza, Vicente Rojo compone ochenta postales de su colección de viajes contiguamente colocadas como en un atlas y las sedimenta con recina y arena en un ejercicio de fosilización de imágenes combinadas que evidencian la presencia de las conversaciones con Westheim y la captación de su método de trabajo.

En total la muestra incluye la obra 27 artistas con pinturas, esculturas, fotografías y gráfica. Entre ellos Oskar Kokoschka, George Grosz, Pablo Picasso, Georges Braque, Henry Moore, José Guadalupe Posada, Mathias Goeritz,Gunther Gerzso, Carlos Mérida, Armando Salas Portugal, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Rufino Tamayo, Alvar Carrillo Gil y Lilia Carrillo. El trabajo de estos modernistas convive con 48 piezas arqueológicas de la Colección Stavenhagen del Centro Cultural Tlatelolco-UNAM y aportan piezas y documentos otras dos colecciones: Archivo Margit y Silvestre Frenk y el Archivo Paul Westheim de la Akademie der Künste en Berlín.

Esta muestra emplea las piezas de la colección del museo para, en combinación con acervos externos, ilustrar el argumento de un crítico de arte, recuperar su memoria y reinsertarlo en discusiones contemporáneas sobre la crítica de arte; en un gesto análogo al que realizó Westheim al llegar a México en 1941 exiliado de la Segunda Guerra Mundial, cuando reconstruyó su propia biblioteca y archivos. Westheim nunca pudo restituir lo perdido y hasta el día de hoy su memoria está en disputas legales en varias partes del mundo. Pero investigaciones como esta pueden contribuir a rescatar su memoria para una tradición de la crítica en México.

En el último conversatorio de Gas-TV cuyo tema fue la crítica de arte para continuar con el debate desatado al respecto el último año, un señalamiento agudo consistió en cuestionar por qué la crítica de arte contemporánea mostraba una desconexión con la propia tradición de crítica de arte del país y más aún de Latinoamérica. En su lugar, el lector se encuentra con una obstinada referencia a autores canónicos norteamericanos o europeos como Clement Greenberg o su reverso posmoderno, la escuela de la revista de October (Krauss, Buchloh, Foster, Crimp, etc.), así como filósofos y teóricos del arte que gocen de la atención momentánea del público: Jacques Ranciere, Boris Groys, Jean Luc-Nancy o George Didi-Huberman. Tal postura evidencia un desconocimiento de la propia genealogía de la crítica en la que se inscriben ciertas producciones textuales, debido en gran medida a la falta de sistematización de una historia de la materia.

Exposiciones como Paul Westheim. El sentido de la forma abre un capítulo en la historización de la crítica de arte en México y posibilitan leer ciertos fenómenos desde referentes y prácticas más cercanas al contexto desde el que se enuncian los discursos locales. A partir de investigaciones como esta, se invita a pensar, por ejemplo, en los estudios de la imagen warburgianos tan vilipendiados en los últimos años a través de la lectura de Didi-Huberman, pero ahora a partir de su aplicación a la práctica de la crítica de arte desde México.

 

Paul Westheim. El sentido de la forma se exhibe del 16 de abril al 21 de agosto de 2016 en la sala D del Muso de Arte Moderno (MAM) que se localiza en Paseo de la Reforma y calle Gandhi s/n, Bosque de Chapultepec, del. Miguel Hidalgo, Ciudad de México.

Texto publicado el 8 de junio de 2016 en el blog Cubo Blanco del periódico Excélsior.