Dos policías del Estado de Oaxaca vigilan la calle fuera del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca

MACO: Las revoluciones suceden, no se coreografean


“ Nunca olvides de donde vienes por si algún día te toca regresar”. Chalino Sánchez

Por Edgardo Aragón

OAXACA, Oax.- Cuando un gobierno carece de verdadero poder, se vale de la fuerza de las armas y la represión para establecer su dominio sobre los sectores desprotegidos, pero suele hacer alianza con las elites. Es lo que Achille Mbembe llama la mentalidad del oprimido. ¿Es correcto que la familia Toledo controle al menos tres centros culturales en Oaxaca, sin importar la historia política del padre? ¿Es correcto que el poder se herede, como se hereda un burro o un sombrero? ¿Es correcto que la familia Harp posea un monopolio cultural en el Estado? 

La demagogia por definición intenta justificar las acciones de las personas cuya estabilidad mental y emocional es frágil, la inseguridad posee a los funcionarios públicos en turno, cuyo objetivo primario se localiza en arrebatar por la fuerza a una asociación civil el patrimonio propio artístico acumulado con los años, manteniendo o soportando un monopolio cultural en espacios privilegiados del centro histórico de Oaxaca. La familia Toledo controla el Centro de las Artes de San Agustín (CASA), el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y el Centro Fotográfico Álvarez Bravo, aun después de que estos espacios pasaran a integrar parte del acervo gubernamental. La familia Harp, posee el Centro Cultural San Pablo, el Museo Textil, la Casa de la Ciudad, la biblioteca infantil, el Museo de la Filatelia (Mufi) y tiene en comodato parques, jardines y alamedas de las cuales recibe un estipendio gubernamental por aparentemente cuidar y proteger la flora local.

La fundación tiene conflictos con comunidades de donde se sustrajeron, entre otros documentos, códices antiguos que pertenecen y que dan sentido a la historia primigenia de los contextos a los que pertenecen, en aras, según, de proteger el patrimonio; los actos de pillaje y saqueo modernos no se diferencian de los antiguos, cuando se habla de devolver el patrimonio robado por los europeos, el argumento infantilizante sobre los propietarios históricos es que no sabrán protegerlos, la velada superioridad del pensamiento blanco es la que domina y lleva a creer a los ocupantes de las oficinas de gobierno que son soberanos, se sienten iguales a los dueños del capital sospechosamente acumulado, a los cuales se esfuerzan por agradar y proteger.

el Gobierno del Estado toma en posesión las instalaciones del MACO

En la década de los 90, un nutrido grupo de artistas regresó a su natal Oaxaca: Francisco Toledo, Ruben Leyva, Luis Zárate, Rodolfo Morales, entre otros, habiendo estado muchos años ejerciendo sus oficios en otras geografías, se encontraron en esta ciudad para reconstruirla, para hacer el lugar que tenemos hoy. En aquellas décadas ayudaron a construir espacios culturales imprescindibles que fueron la semilla de los campos de cultivo artísticos cosechados en estas temporadas, lográndolo a pesar de la negligencia acumulada de los gobiernos para con la cultura.

El Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) fue una de esas creaciones. El museo básicamente llegó a acumular una considerable colección de arte por contribuciones de la iniciativa privada en su mayoría y algunas gubernamentales, el museo se formó básicamente gracias a las donaciones. Para los poderes oficiales, la sola idea de creatividad les rebasaba, durante décadas las omisiones de los gobiernos estatales y federales en la cultura han sido una regla, cada año se reducen los presupuestos y cada vez resulta más complicado escapar de los rituales oficialistas. El MACO logró sobrevivir sexenio tras sexenio en medio de presiones para colocar los productos que en su momento los gobiernos consideraban oficiales. Hasta hoy sigue viva la braza, el museo es sinónimo de resistencia. 

Durante décadas, el poder se ejerció en Oaxaca desde el aparato cultural, hay que recordar cómo el maestro Francisco Toledo (1940-2017), ocupó la voz de los desposeídos, competiendo con el entonces poder adjunto llamado Gobernador del Estado de Oaxaca. Hay que recordar también que durante el gobierno de Peña Nieto, como era natural en el maestro, se puso del lado de las víctimas de Ayotzinapa, lo que provoco que fuera exhibido ante los medios por una aparente deuda fiscal que tenía el IAGO. Ser artista entonces es sinónimo de político en Oaxaca, una presencia positiva que inició su desmantelamiento con los gobiernos de transición.

toma en posesión las instalaciones del MACO. Extrabajadores del museo estuvieron presentes

Crecí en una comunidad rural en Oaxaca, Ocotlán, donde en términos políticos había dos características: la organización social y las obras benéficas del Maestro Rodolfo Morales (1925-2001), quien a través de su fundación ayudó a la restauración de conventos, iglesias, escuelas, parques e incluso ayudó a equipos de futbol llanero, tortilleras, boleros y bicitaxistas; el maestro Morales para mí fue una figura política por antonomasia, aunque el concepto del político entonces era amplio y diverso, e incluía a los ladrones vulgares del presupuesto afiliados a los partidos políticos. 

Después de 31 años de vida, el pasado 28 de junio el MACO fue ocupado por la fuerza de la mano de la policía Estatal de Oaxaca, por instrucciones del gobernador Salomón Jara, a través de su consejero jurídico Geovany Vázquez se posicionó por la fuerza con rifles de asalto, en las propiedades de la Asociación Civil Amigos del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca. 

A su vez  fue la ocupando militarmente el edificio B de exhibición  del MACO A.C., popularmente conocido como Chamaco. En las imágenes de prensa obtenidas, se puede observar nuevamente el equipo policiaco profesional con armas largas AR15 así como elementos de la Marina Armada de México. Hay que señalar que en constantes mañaneras el presidente ha ordenado, como jefe supremo de las fuerzas armadas, que los elementos de la Sedena y  Marina no deben usarse para perseguir a civiles, ya que su intervención es para uso exclusivo en el combate al narcotrafico y al huachicol. El Gobierno del Estado de Oaxaca nos ha equiparado con criminales de alto perfil, al utilizar a la Marina el gobierno estableció que los artistas son iguales a los narcotraficantes: actitud impropia para un supuesto gobierno de izquierda.

El partido morenista enquistado en Oaxaca proviene de una artificial legitimación impuesta directamente por la presidencia de la República. De acuerdo con los registros oficiales de la campaña electoral del Estado, López Obrador visitó Oaxaca más veces que cualquier otro lugar. La campaña la hizo él mismo, lo cual trajo como consecuencia un gobierno con fuerza electoral pero sin poder, lleno de pagos de favores y de nepotismo, que el mismo Jara ha reconocido públicamente como necesario para la “transformación” de Oaxaca. 

Geovany Vásquez Sagrero, abogado y consejero jurídico del gobierno del estado de Oaxaca afuera de las instalaciones del MACO.

El ejercicio del poder en Oaxaca se ha visto en múltiples ocasiones desbordado, recordemos el movimiento social de 2006 contra el entonces gobernador Ulises Ruiz, los personajes más visible eran dos artistas locales, el maestro Toledo y el maestro Leyva (véase Memorial de Agravios (2006), de Rubén Leyva), quienes juntos han logrado más por el pueblo de Oaxaca de lo que jamás podrá lograr un gobierno legítimamente establecido por el voto de las mayorías. 

Pensemos por un momento en los líderes políticos nacionales y locales: los hechos nos dicen que son prejuiciosos, ignorantes, altaneros, soberbios, iletrados, burdos, torpes, falsos, básicos y carentes de imaginación en materia cultural. Si sopesamos la historia, de la cual el gobierno de Oaxaca se ufana en desconocer a propósito, nos daremos cuenta de que su aproximación a las artes es ignota y lejana. Como buenos herederos de los sistemas rancios verticales emanados del PRI, la clase política ha entrado en un sistema de legitimación forzado, lo cual los ha llevado a tomar decisiones intelectualmente cuestionables. Tras la muerte del maestro Toledo se ha visto cómo un poder subyacente se ha posicionado en las esferas culturales del Estado.

Constantemente se nos recuerda desde el púlpito presidencial cómo Banamex, en la época de Vicente Fox, fue vendida a City Group sin pagar impuestos, esos impuestos no solo se ubican en poder de la familia Harp y Hernández –quienes viven en Oaxaca y Yucatán respectivamente– también se refleja en sus centros culturales y sus equipos de beisbol. Han logrado adjudicarse la conciencia de varios miembros de la aristocracia naciente del partido Morena. La mala fortuna de la sociedad se localiza en ver cómo sus servidores públicos se alquilan, pues, al tener miopía intelectual, no entienden la naturaleza de su poder.

En Oaxaca y en todos los estados gobernados por la marea guinda, los nuevos encargados de los despachos gubernamentales se han caracterizado por la ineficacia, la violencia, la incertidumbre que provocan, la ignorancia, no le deben nada a sus antecesores, sobre todo en el disfraz cultural. 

Si se hace una rápida búsqueda en google/imágenes, podemos encontrar uniformados a todos, tienen un código de vestimenta basado en tejido y bordados que ellos entienden como tradicionales. Al haber crecido en comunidades campesinas uno inmediatamente puede notar el travestismo cultural de la clase política; mi mamá y abuela han bordado prácticamente toda su vida; y eso que veo no tiene nada que ver con nosotros, han cambiado la guayabera tropical por los “orígenes del México profundo”. Para los encargados de la imagen pública de los políticos, disfrazarse de mexicano es el origen de la genealogía de una nueva forma de usar el poder, en su megalomanía, se ven a sí mismos como en una revolución: históricamente las revoluciones suceden, no se coreografean. 

Toma desde adentro de las instalaciones del MACO. Grupo de policìas vigilando la calle fuera del museo

Los discursos que salen de los funcionarios públicos cuando toman un edificio como el que albergaba al MACO: desnutridos, famélicos y enfermos, asemejan o quieren copiar a Stalin ocupando los espacios de la burguesía, al ser una asociación civil la que por años administró el MACO, se le ve con recelo y se asocia con los enemigos clasemedieros de López Obrador: usan una retórica presidencial mal parafraseada. Sin embargo, la realidad los aterriza y se manifiestan más bien como aprendiz de corral que se ha apoderado de la hacienda ante la derrota accidental del amo: si vas a tomar la tierra, más te vale saberla trabajar. 

La pregunta que cabría hacerse finalmente es ¿porque la cargada violencia del peso del Estado contra un grupo pequeño de artistas que tienen bajo su resguardo el MACO y no contra un aparato corporativo cultural emanado de los faltantes fiscales de la nación? 

El Estado comúnmente se nos presenta en México como una fábrica de pobres y culpables, jamás me imaginé decir esto: estoy tramitando amparos contra órdenes de aprehensión por el delito de promover, resguardar y exhibir arte contemporáneo. La única ficha que esperemos no se nos aparezca es la de arte degenerado, roguemos a todo el panteón zapoteca porque una definición de arte no provenga de un grupo de analfabetas funcionales que consideran valiente la persecución de artistas en lugar de criminales. 

Termino con lo obvio: los capataces en turno no van a permitir que un liderazgo social y político emane de la cultura, les resulta incómodo, no lucrativo. Tras la ocupación forzada del MACO, esperamos en Oaxaca que el gobierno actúe con la congruencia que lo ha caracterizado: violencia, ignorancia y falta de vergüenza. No se puede confiar en un gobierno que usa el colapso de eurodisney como referencia cultural o que falla en la elaboración de un concurso de cartel para la Guelaguetza, que no va a permitir que exista otro Rodolfo Morales o Francisco Toledo. 

Está demostrado ha sido un desastre cuando el Estado ha buscado controlar la cultura en aras de controlar la narrativa oficial. Sin importar la geografía, religión o tendencia política: el fracaso es una garantía cuando se buscan perpetuar las carencias.